Dime Cómo Te llamas y Te Diré Qué Eres
«Somos arquitectos de nuestro propio destino».
RabindraNath Tagore
Hay aspectos que nunca se deben descuidar si estamos intentando un emprendimiento en el área de la gastronomía. En ocasiones pensamos que es solo empezar y ya las cosas se arreglarán sobre la marcha. Aunque se debe ser flexibles y modificar algunos aspectos para salvar un negocio, otros son tan elementales que pueden condenarte al fracaso desde el primer momento.
A esto se podría objetar que nadie puede pensar absolutamente en todo, y si pensamos demasiado podríamos inventar problemas donde no los hay y que es mejor actuar. Aunque muchos emprendedores en ciertas ramas han actuado de esa forma y han triunfado, no es menos cierto que cualquier emprendimiento requiere cierta preparación previa.
La gastronomía no es igual a otras áreas de emprendimiento donde se pueden dejar muchas cosas al azar e inventar sobre la marcha. Estando relacionada a la alimentación humana, está por tanto fuertemente regulada por la sanidad y debe cumplir, además, con determinados estereotipos para que el cliente tan siquiera se acerque al establecimiento.
Lo más importante y menos cultivado
¿Adivinas? El nombre del negocio.
A veces pensamos que nuestro emprendimiento, ya sea por ser pequeño o por simple descuido, no tiene que tener una relevancia especial. En otras, llegamos a pensar que, dado el caso, ya o cambiaremos después.
No obstante, este aspecto es uno de los componentes esenciales y mejor cuidados del marketing. Como en una persona, el nombre de un negocio o identifica y define de forma inequívoca.
En un emprendimiento gastronómico, no nos vale cualquier nombre. Este debe ser llamativo y a ser posible referido, ya sea al producto que comercializa, ya sea a su locación.
Claro está que hay importantes excepciones, pero han ganado fama no por el lugar en sí, sino por su excelencia. O poseen un nombre histórico, que fue asignado sin tener en cuenta las reglas del marketing porque fue fundado hace tiempo. La mejor prueba de ambas excepciones es el famoso “El Bulli”, fundado en 1962 pero lanzado al estrellato por el chef Ferrán Adriá, considerado el mejor cocinero del mundo.
Un emprendimiento que comienza no debe sobrestimarse de esta forma, sino que debe respetar las reglas del marketing y usarlas a su favor. Nombres como (y ruego me disculpen si existen emprendimientos nombrados así) “La Esperanza”, “El encanto”, “La rosita”, “La Florida” y tal no están usando su nombre a su favor.
Pero, y estos sí son nombres reales de establecimientos gastronómicos, así que mis saludos para ellos:
Don Cangrejo: un restaurante de alta cocina especializado en pescados y mariscos, con un plato estrella basado en cangrejo.
La Bodeguita del Medio: Famosísimo restaurante de la Habana especializado en comida criolla, pero que efectivamente se encuentra en el medio de una manzana, en lugar de en una esquina.
Inka Chicken: Bueno, no les voy a mentir, es mi restaurante, pero para que vean que predico con el ejemplo. Inka por Perú, la tierra de los incas. Chicken por pollo, pues la especialidad de la casa es el Pollo a la brasa.
Así pues, este aspecto debe ser cuidado en extremo. Debemos dar calidad en el servicio, pero también invitar al cliente con un nombre sugerente y que perdure en la memoria de quien nos visita.